El gozo es un don del cristiano que lo llena desde dentro y que no debe estancarse sino que debe avanzar; para poder así predicar y anunciar a Jesús a los demás.
La actitud gozosa de los discípulos, en el tiempo entre la Ascensión y Pentecostés: "el cristiano es un hombre y una mujer de gozo. Esto nos lo enseña Jesús, especialmente en este tiempo. ¿Qué cosa es este gozo? ¿Es la alegría? No: no es lo mismo. La alegría es buena, ¿eh?, alegrarse es bueno. Pero el gozo es algo más, es otra cosa. Es una cosa que no viene por motivos coyunturales, por motivos momentáneos: es una cosa más profunda. Es un don".
"La alegría, si queremos vivirla en todo momento, al final se transforma en ligereza, superficialidad, y también nos conduce a aquel estado de falta de sabiduría cristiana, nos hace un poco tontos, ingenuos, ¿no?, todo es alegría … no. El gozo es otra cosa. El gozo es un don del Señor. Nos llena desde dentro. Es como una unción del Espíritu. Y este gozo se encuentra en la seguridad que Jesús está con nosotros y con el Padre".
El hombre gozoso, es un hombre seguro. Seguro que "Jesús está con nosotros, que Jesús está con el Padre". Pero este gozo, "¿podemos embotellarlo un poco, para tenerlo siempre con nosotros?":
"No, porque si queremos tener este gozo solo para nosotros al final se enferma y nuestro corazón se encoge un poco, y nuestra cara no transmite aquel gran gozo sino aquella nostalgia, aquella melancolía que no es sana".
"Algunas veces estos cristianos melancólicos tienen más la cara avinagrada en vez de gozosa de los que tienen una vida bella. El gozo no puede estancarse: debe avanzar. El gozo es una virtud peregrina. Es un don que camina, que camina por el camino de la vida, camina con Jesús: predicar, anunciar a Jesús, el gozo, alarga y ensancha el camino".
El gozo "es propiamente una virtud de los grandes, de aquellos grandes que están por encima de las poquedades, que están por encima de estas pequeñeces humanas, que no se dejan involucrar en aquellas pequeñas cosas internas de la comunidad, de la Iglesia: miran siempre al horizonte".
El gozo es "peregrino", "El cristiano canta con el gozo, y camina, y lleva este gozo".
El gozo, "es el don que nos lleva a la virtud de la magnanimidad. El cristiano es magnánimo, no puede ser pusilánime: es magnánimo. Y justamente la magnanimidad es la virtud del respiro, es la virtud de ir siempre adelante, pero con aquel espíritu lleno de Espíritu Santo. El gozo es una gracia que debemos pedir al Señor".
Pedir el gozo y también el deseo: aquello que lleva hacia adelante la vida del cristiano es el deseo. Cuanto más grande es tu deseo, más grande será tu gozo. El cristiano es un hombre, es una mujer de deseo: desear cada vez más en el camino de la vida. Pidamos al Señor esta gracia, este don del Espíritu: el gozo cristiano. Lejos de la tristeza, lejos de la simple alegría… es otra cosa. Es una gracia que debemos pedir".
Papa Francisco.
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